Regalo Abrazos

sábado, 19 de febrero de 2011

Mein Engel.

¡Buenas!
Hoy, y antes de publicar el cuarto capítulo de Regalo Abrazos, me gustaría compartir con vosotr@s mi nuevo Blog:

Mein Engel (Novela)

Se trata de otra de mis historias, que de hecho, empecé a escribir hace casi un año, bastante antes que Regalo Abrazos. No está terminada, pero voy a ponerme de nuevo manos a la obra con ella, e intentar acabarla.

¿Qué encontraréis en ella?
Amistadamordesamor, desengaños, reconciliaciones, celos, intriga... pero sobre todo, mucha música. Y es que trata sobre un grupo de chicos y chicas de deciden formar un grupo.

¡Espero que es guste! Ya podéis leer la primera parte del Capítulo 1: "Servicio de electricidad".

viernes, 21 de enero de 2011

Capítulo 3 [última parte]

¡Buenas!
Siento mucho haber estado tanto tiempo sin aparecer por aquí, pero he estado bastante ocupada estos días.
Como recompensa os voy a dejar la última parte del 3º capítulo, que es muy especial, al menos para mí... ya que se empiezan a conocer más detalles sobre uno de mis personajes favoritos, el pretendiente secreto de Vicky.
Espero que os guste, ¡y muchísimas gracias por vuestro apoyo, y por seguir mi historia!


Unas horas más tarde, en casa de los Márquez.

-          El viernes es tu cumpleaños, Adam. ¿Has pensado celebrarlo? –pregunto.

Sé que a Adam nunca le ha hecho especial ilusión celebrar su cumpleaños, pero aun así, lo intento.

-          Es cierto, lo había olvidado. –admite. –Pues, supongo que no. No tengo intención de celebrar nada, Lucas.

-          Si quieres, podemos hacer algo los tres. Sergio, tú, y yo.

-          Mi hermana va a hacer una fiesta en la playa, como todos los años. A lo mejor quieres ir. –dice.

Es cierto, la fiesta de Ángela. El año anterior fui. Por primera vez, me atreví a ir, después de muchos años. Apenas estuve un par de horas, porque ella estaba demasiado ocupada para darse cuenta de que yo estaba allí. Pero entonces ya habíamos celebrado el cumpleaños de Adam.

-          No voy a ir a ninguna fiesta mientras tú te quedas en casa el día de tu cumpleaños. Ya pensaremos en algo.

-          Está bien, como quieras.

-          Y hablando de Sergio, ¿últimamente no lo has notado algo… ausente? –pregunto.

-          Bueno, no sé… será por todo eso de la selectividad, ¿no?

-          Por dios, Adam. ¿Estamos hablando del mismo Sergio, no? Ese que tenía un examen final de filosofía y se enteró cinco minutos antes.

Ambos nos reímos al imaginar la escena; Sergio estudiando, a las tantas de la madrugada, con la lámpara de su habitación encendida y una taza de café en la mano. No va demasiado con él.

-          Bueno, al final aprobó el examen. –dice Adam, entre risas.

-          Tuvo suerte.

-          Ese imbécil siempre tiene suerte. En cambio, mira yo: me paso las tardes estudiando y no saco más de un notable.

-          Sacar sietes no es tener malas notas.

-          Mira quién lo dice. Claro, como tú no necesitas estudiar…

-          Yo sí estudio.

-          Porque quieres. Si no lo hicieras, sacarías notables. Pero aun así estudias, así que sacas onces. ¿No ves que estás hecho un súper dotado?

-          No pueden ponerme onces. –replico.

-          Te los pondrían si pudieran.

Nos volvemos a reír. Estudiamos un par de horas más, y después, nos despedimos. Cuando llego a mi casa, sólo tengo ganas de tirarme en la cama y quedarme dormido, pero no lo consigo.

Esa misma noche, en otro lugar de la ciudad.
Son casi las doce. Parece que no hay nadie en casa; desde fuera, todas las luces parecen estar apagadas, y no se ve ningún vehículo en la entrada. Aparco el coche justo en frente del enorme portón, y apago las luces para pasar lo más desapercibido posible. Lo cierto es que no sé muy bien lo que hago allí, quizá estoy obsesionándome demasiado, y debería volver a casa… pero en ese momento alguien se acerca por detrás; puedo oír el repiqueteo de los zapatos de tacón cada vez a menos distancia: es una chica. Muevo ligeramente el espejo retrovisor y me agacho en el asiento para que no pueda verme.
Es ella.
Lleva el vestido puesto, y está aún más guapa que de costumbre. De repente, se oye un crujido: ha metido el pie en una alcantarilla y se le ha partido un tacón. Maldice en silencio, pero sigue andando después de arrancarse el otro.
Cuando pasa justo al lado de la ventanilla del asiento de conductor, me planteo bajarme y decirle algo… pero no lo hago. Probablemente se asustaría. Como para no asustarse… un chico que no conoce de nada, que le envía regalos y le manda mensajes al móvil no parece ser alguien de confianza. Así que me limito a ver cómo cruza rápidamente a la acera de enfrente, rodeándose con los brazos porque probablemente tenga frío, y entra en la enorme casa blanca. Espero unos minutos más, hasta que una ventana de la planta alta se ilumina. Su habitación. Saco el móvil del bolsillo trasero de mis vaqueros y escribo:

“Espero que lo hayas pasado bien esta tarde. ¿Qué numero de pie tienes? Quizá te regale unos tacones nuevos. Buenas noches, cielo.”

Ella no contesta al mensaje, pero unos segundos después, veo cómo se asoma por la ventana, buscando a la persona que le ha enviado el SMS.
Arranco el coche antes de que pueda verme, y vuelvo a casa.

martes, 21 de diciembre de 2010

Otra parte del 3º capítulo.

Aquí tenéis otra parte del 3º capítulo, en el que Vicky decide ir a la fiesta que celebra Teresa, una chica de su clase.

Ese mismo momento, cerca de la fiesta en casa de Teresa Gutiérrez.

Me retoco el pelo por última vez. En vez de mis habituales tirabuzones, ahora lo llevo liso. Toco el timbre. Desde el interior de la casa, que no es muy grande, se oye sonar “California girls”, de Katy Perry. Una chica abre la puerta, y la reconozco a los pocos segundos. Es un año menor que yo, va a cuarto de ESO, pero parece más mayor debido a la cantidad de maquillaje que lleva en la cara. Me planteo decirle que no debería pintarse tanto, que parece una fulana, pero decido dejar que se dé cuenta por sí misma.
Entro en la casa, que ya en la entrada está decorada con luces de varios colores, y hay vasos vacíos amontonados encima de los muebles. Un grupo de chicas se ríen mientras beben animadas. Saludo a algunas de ellas. Todos me reconocen, pero me miran con curiosidad. Quizá se preguntan qué hago allí sola. No suelo ir sola a las fiestas. De hecho, nadie suele ir solo a las fiestas, excepto los marginados y los frikis. Miro de un lado a otro, buscando inconscientemente la cara conocida de algún chico que confiese ser el que me ha mandado el SMS, pero dudo que haya sido cualquiera de ellos. Suspiro. Ya que estoy allí, al menos, debería pasármelo bien. Veo a Teresa, y le doy las gracias por invitarme a la fiesta.

-          ¿Y cómo es que al final as decidido venir? Dijiste que ya habías quedado con alguien esta tarde. –dice ella.

Teresa lleva el pelo castaño recogido en una cola alta, y el vestido morado le sienta realmente bien.

-          Sí, pero se ha cancelado. Y un… amigo, me ha animado a venir.

-          Ah. Pues, espero que lo pases bien. ¿Vienes sola?

-          Esto… sí. La demás ya habían hecho planes. –respondo, mirando al suelo.

-          No importa, ¿quieres que te presente a los demás?

-          Ah, pues… supongo que sí.

Lo cierto es que conozco a la mayoría, al menos de vista, pero no he hablado nunca con casi ninguno. Y es que Teresa no es muy popular, y de los invitados a la fiesta, sólo los que no tenían otra cosa mejor que hacer han venido.
Me presenta a un par de chicos. Uno de ellos va a mi clase, pero ni siquiera recordaba su nombre, y el otro es un amigo que ambos tienen en común. Le doy dos besos a cada uno. Luego me presenta a un par de chicas que van a otro instituto, pero son vecinas suyas. Parecen simpáticas. Sin embargo, yo apenas me doy cuenta. Estoy algo ausente, pensando en el SMS que he recibido apenas hace una hora. Ese chico me ha regalado un vestido. Conoce mi número de teléfono y mi dirección; pero no va a decirme quién es, porque quiere que yo lo descubra. Pienso que debe ser un chico muy especial, porque lo que ha hecho es propio de alguien muy romántico.

“Alejandro”, de Lady Gaga suena ahora en toda la casa. Hay altavoces por todas las habitaciones. No puedo evitar bailar. Me sirvo un vaso de zumo de piña y le añado un chorro de Malibú. Ahora estoy algo más animada, y bailo con un par de chicos. Río. Me sirvo otro vaso.
Espero que ese chico tan misterioso me mande alguna otra señal, porque lo cierto es que no se me ocurre nadie que haya podido hacer algo así por mí. Y me muero de curiosidad por conocerle. Presto atención a la canción de Lady Gaga. En ella dice tres nombres: Alejandro, Roberto, y Fernando. ¿Es una coincidencia, o el destino me está dando una pista? Bah. Ya estoy empezando a delirar. Será el Malibú. Suelto el vaso en una mesa y decido que ya he bebido bastante por esa tarde. 

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Capítulo 3 [Primera parte]

Aquí tenéis la primera parte del capítulo 3. Patty queda con un chico de segundo, Carlos, empieza a planear la fiesta de cumpleaños de Angy. Como es más bien corto, pondré la siguiente parte pronto. ¡Espero que os guste! 


Algo más tarde, en un Starbucks del centro de la ciudad.

-          Yo quiero un Vivanno de Mango. Me apetece algo frío.

-          Vale, ahora vuelvo.

Carlos se levanta de la mesa y va a pedir las bebidas. Le observo mientras se aleja. Es muy guapo, y tiene una sonrisa preciosa. Además, es un encanto. Sonrío. Una chica me observa desde el otro lado del establecimiento. Rápidamente, aparta la mirada, avergonzada. Me pregunto qué estaría pensando. Quizá sentía envidia, de que yo estuviese con un chico como Carlos, y ella allí sola, o simplemente por no ser tan mona. Entonces, ella mira al frente y esboza una gran sonrisa. Un chico bastante más alto que ella se acerca a su mesa. Ella se levanta y se lanza en sus brazos; luego, se besan.
Suspiro. Al fin y al cabo, es una chica afortunada. Probablemente estaría pensando que pronto ella tampoco se sentaría sola. El chico le da una rosa que llevaba oculta tras la espalda. Es una rosa blanca, y pienso que es la rosa más bonita que he visto nunca. Ella vuelve a sonreír, y le abraza.

-          Aquí tienes. –dice Carlos, haciéndome volver a la realidad. Deja el Smoothie de naranja y mango en la mesa, delante de mí, y se sienta en frente. Él ha pedido un Frappuccino.

-          Gracias. –respondo con una sonrisa, y doy un sorbo a la bebida.

Vuelvo a mirar al fondo, donde la pareja ahora charla animadamente. Me fijo en el chico. Es muy atractivo. No se parece en absoluto a Carlos. Parece más maduro, a pesar de que es probable que sea más pequeño que él. De hecho, me recuerda a otra persona. Sí, se parece al hermano de Ángela. Ese chico también parece mayor a pesar de tener sólo dieciséis años. Bueno, casi diecisiete, porque en ese momento recuerdo que el cumpleaños de Ángela, y por lo tanto, también el de Adam, es el próximo viernes. Tan sólo queda una semana.

-          ¿Sabes, Carlos? El viernes que viene es el cumpleaños de Angy.

-          ¿Angy es la chica del pelo corto, no? –pregunta.

-          Sí, cumple diecisiete, y hemos pensado celebrarlo en la playa. Habrá una fiesta. Así que estás invitado.

-          Ah, genial.

-          Tienes que ir vestido de blanco.

-          ¿Y eso porqué? –pregunta con una sonrisa.

-          Pues… no lo sé. Es una tradición, supongo. Siempre celebramos el cumpleaños de Angy en la playa, y lo de ir todos vestidos de blanco… es genial.

-          Qué original. –luego, pregunta: –¿Tendré que llevar un regalo?

-          ¡Claro! Si no, no te dejamos pasar.

-          Es la playa. No podéis impedirme que entre. –bromea, riendo.

-          Claro que sí, contrataremos a un par de gorilas.

-          Vale, vale. Está bien. –pone las manos en alto. –Entonces, ¿qué puedo regalarle? A penas la conozco, y no sé que le puede gustar.

-          Mmm… deja que lo piense un segundo.

Pienso en Ángela. Es mi mejor amiga. Bueno, una de mis mejores amigas, junto con Vicky. ¿Qué puede regalarle Carlos?

-          Un collar de esos de conchas. Es un detalle bonito, no es muy caro, y hay una tienda de esas aquí cerca. Recuerdo que hace unas semanas pasamos por delante y dijo que le gustaría tener uno.

-          Sí, creo que se cuál dices. Podemos pasar luego, y comprarlo.

-          Claro. Mejor si lo escojo yo; los chicos no tenéis muy buen gusto para esas cosas.

-          Bah, eso dicen todas, pero no es así.

Me río. Carlos es un buen chico, pero no es especial. Ni siquiera creo que tenga intención de ser nada más que mi amigo. Mejor, porque me cae realmente bien, y no me gustaría tener que plantarle. Vuelvo a sonreír.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Capítulo 2 [segunda parte]

Aquí está el final del segundo capítulo, con un momento algo tenso entre Lucas y Angy. ¡Disfrutadlo!


Segundos más tarde, en la cocina.
Me sirvo otro vaso de agua fría, y me lo bebo despacio. Aún me escuecen los ojos. ¿Notará que he llorado? No, tratándose de él, no notará nada. Subo las escaleras y llego a mi habitación. Cierro la puerta al entrar. Álvaro está tumbado en mi cama, con los brazos cruzados detrás de la cabeza. Se ha quitado la camiseta.

-          ¿Por dónde íbamos? –pregunta mientras me atrae hacia sí. –Ah, sí, ya me acuerdo.

Sus manos se deslizan hasta la parte baja de mi espalda. Me besa primero en la boca, luego en el cuello.

-          Álvaro, para. –susurro. –Tengo que copiar los apuntes.

Me levanto, zafándome de sus brazos, y termino de copiar los apuntes de filosofía que Lucas me había prestado esa mañana. Por el rabillo del ojo puedo ver que Álvaro se entretiene con mi móvil. Probablemente esté mirando las fotos, o los mensajes. Pero no me preocupa, la mayoría son de él, o de las chicas; suelo borrar aquellos que no me interesan.

-          Listo. –suspiro. –Voy a llevarle esto a mi hermano, enseguida vuelvo.

Beso a mi novio en los labios, y salgo al pasillo. La habitación de mi hermano está a menos de tres pasos de la mía. Toco en la puerta antes de entrar.

-          ¿Se puede?

-          Pasa.

Dentro de la habitación sólo está Lucas, sentado en la silla de escritorio.

-          ¿Y Adam?

-          Creo que ha ido al baño.

-          Ah. –entro, y le tiendo la libreta a Lucas. –Aquí tienes. Gracias otra vez.

En una esquina de la mesa descansa la radio, que está encendida. El locutor de Europa FM presenta el tema que acaba de empezar a sonar: Gracias, de Despistaos. Miro a Lucas, y me doy cuenta de que no lleva puestas las gafas, las ha dejado sobre la mesa. Tiene unos ojos muy bonitos, de un verde muy claro, y lleva el pelo castaño algo largo, pero le queda bien. Le da un toque desaliñado y… diferente.  ¡Pero qué digo! Si es Lucas, el friki de clase.

-          De nada. –responde, ojeando su cuaderno con una sonrisa.

-          Bueno, yo… me voy.

-          Espera. –dice, y se levanta de la silla.

Ahora está tan cerca de mí, que puedo notar su respiración. Debería apartarme, pero no lo hago. Huele bien, como a… ¿canela? Por un segundo, creo que va a besarme. Me recorre un escalofrío. ¿Qué me pasa?

-          Esto es tuyo, ¿no?

Lucas me devuelve una hoja que, sin querer había guardado dentro del cuaderno. Es uno de mis dibujos.

-          Ah. No me había dado cuenta. Gracias.

Esta vez sí, salgo de la habitación. Me apoyo contra la puerta al cerrarla. El corazón me late de prisa y me arden las mejillas. ¿Por qué hace tanto calor? Incluso para ser mediados de Junio, ¡es demasiado!